Como inversor con experiencia en startups, quiero compartir un error común que veo frecuentemente entre los fundadores: usar acciones de la empresa como si fueran efectivo para pagar servicios. A diferencia del efectivo, las acciones no son intercambiables de la misma manera y su valor puede aumentar significativamente en poco tiempo. Este aumento potencial convierte las acciones en una herramienta poderosa para motivar compromisos a largo plazo, pero no es adecuada para pagos inmediatos o servicios ya prestados.
El capital es un activo valioso. Las acciones en una startup de alto crecimiento representan el recurso más valioso de la empresa. Los accionistas no solo influyen en la dirección de la empresa, sino que también comparten los beneficios financieros de su éxito. Usar acciones para pagar servicios de manera directa y equivalente al valor del servicio (dólar por dólar) puede sobrevalorar estos servicios a largo plazo, crear «capital muerto» y dificultar la atracción de nuevos talentos e inversores.
En el contexto inicial, el valor inicial de una startup recién creada generalmente no tiene valor de mercado. Por ejemplo, si una startup emite 10 millones de acciones ordinarias a un precio inicial de $0.00001 por acción, su valor total inicial es solo de $100. Los fundadores y primeros empleados pueden adquirir acciones con una inversión mínima, incentivando su compromiso con el crecimiento de la empresa.
El problema de usar acciones como efectivo. Supongamos que una empresa de desarrollo de software ofrece construir un MVP por $10,000 y el fundador paga con acciones. Si las acciones valen muy poco inicialmente, la empresa de desarrollo podría recibir un porcentaje desproporcionado de la empresa, lo cual no refleja su verdadero aporte a largo plazo. Esto puede desincentivar a futuros miembros clave del equipo y complicar futuras rondas de financiación.
El capital de una startup debe utilizarse para motivar a los miembros clave del equipo y atraer a inversores, no para compensar servicios a corto plazo de manera ineficiente. Al manejar el capital de manera estratégica, se maximiza el potencial de crecimiento y se protege el valor de la empresa para todos los involucrados.